domingo, 10 de marzo de 2013

Juicio por la Masacre de Margarita Belén II : “Él los mató, él sabe donde están”

Lo afirmó Gustavo Piérola durante la declaración indagatoria de Norberto Tozzo, imputado por la desaparición de su hermano y otros tres presos políticos en la Masacre de Margarita Belén. La causa pasó a cuarto intermedio hasta el 19 de marzo, cuando comenzará la ronda de alegatos de Querella y Fiscalía.
El represor Tozzo amplió su declaración en la quinta jornada del juicio

El quinto día de audiencia de la causa que investiga cuatro casos de desapariciones en la Masacre de Margarita Belén comenzó poco después de las 7:15 del viernes 8 con la declaración de los testigos Ermindo Navarro -desde Misiones por videoconferencia- y de la exdetenida política María Julia Morresi, que lo hizo ante el Tribunal y las partes, a puerta cerrada. Luego fue el turno del imputado Norberto Tozzo, que realizó una ampliación de su declaración indagatoria del 1º de marzo pasado en la que negó su participación en el convoy de traslado del 13 de diciembre y alegó haber sido obligado por el entonces Coronel Armando Hornos a firmar una declaración en la que asentía su participación en el hecho bajo amenaza de muerte.

Tozzo se presentó como un militar peronista cercano a la tendencia revolucionaria del movimiento y minimizó la importancia de las operaciones de Inteligencia en la represión alegando que la mayoría de las de detenciones de opositores políticos se produjeron por la delación de vecinos alertados por “groseras fallas en su sistema de seguridad”. Además manifestó que decidió someterse al presente juicio por propia voluntad, como si su fuga no hubiese existido, y negó tener información sobre el paradero de los desaparecidos. Incluso se permitió una comparación por demás obscena; dijo entender el “terrible dolor de las familias de estas cuatro víctimas” en base al profundo nerviosismo que le produjo haber perdido durante cuatro horas a su hijo de tres años en un balneario de Mar del Plata.

“No sean cómplices”

Cuando terminó su declaración, Tozzo pidió ser dispensado de contestar preguntas. Fue entonces cuando Gustavo Piérola, hermano del desaparecido Fernando, con el empuje de más de treinta años de búsqueda sobre sus hombros, desató el momento más caliente de un juicio caracterizado por la tranquilidad: “Él los mató, él sabe dónde están” exclamó, de pie, en el centro del sector reservado al público, a lo que sobrevino la enérgica amonestación del presidente del tribunal García Wenk, que lo echó del recinto. Solícito, Piérola abandonó la sala pero retrucó “Ustedes no sean cómplices”, lo cual ofuscó aún más al juez, que advirtió contra los “exabruptos” que atenten al derecho de defensa del imputado con tal énfasis que la sala de audiencia quedó muda, inmóvil, con todos los presentes tal y como “alumnos en capilla”.

Pero enseguida sobrevino la calma, y con la ampliación indagatoria cumplida, el Tribunal y la parte acusadora discutieron en torno a la duración de los alegatos, pautados para el 19 y 20 de marzo.

Los jueces estipularon darle cuarenta minutos a cada alegato; querellantes y fiscales pidieron dos horas y media, por lo que luego de un tire y afloje con cuarto intermedio incluido el Tribunal concedió una hora y media y nada más para cada una de las tres querellas junto con la Fiscalía. La causa entra en etapa de definiciones y existe la posibilidad de contar con una sentencia en los días cercanos al 24 de marzo.

El “compañero” Tozzo (2013)
Durante algo más de una hora Tozzo dio una versión de su pasado, en el que se presenta como un militar de extracción peronista, incluso cercano a la tendencia revolucionaria del movimiento y caído en desgracia en el Ejército por su filiación política: "Viví las injusticias de la dictadura (de Lanusse) igual que esos jóvenes que ahora son víctimas (…) y en acto del doctor Cámpora en Avellaneda marché al costado de las columnas de Montoneros" (desde la Fiscalía señalaron que olvidó aclarar que efectivamente lo hizo, pero en el marco de tareas de espionaje). "Fui dado de baja por montonero pero no lo fui, quería lo mismo que todos esos muchachos pero una vía democrática" sostuvo. Contó que el enfrentamiento de Ezeiza fue “una gran desilusión” y que las tareas de Inteligencia que realizaba “no estaban destinadas a combatir al pueblo, eran un aporte a la causa peronista; además la SIDE la creó Perón”.

En relación con la Masacre negó totalmente su participación, alegando que fue obligado a firmar una declaración en la que manifestaba haber participado en los hechos del 13 de diciembre por el Cnel. Hornos, uno de los jefes del Destacamento de Inteligencia 124: “Me dijo que si no firmaba me mataban”. Al respecto comentó que temió mucho por su vida, y negó ser parte de un pacto de silencio militar “porque al Ejército no le debo nada”.

El reclamo de 1980

En 1980 Tozzo fue dado de baja del Ejército con la calificación de “inepto para las funciones de su grado”, ante lo cual presentó un reclamo a sus superiores en el que justificaba su petición con un detalle de su accionar en nuestra región que contradice de cabo a rabo su declaración en el presente juicio. En el escrito Tozzo declara haber intervenido en el asesoramiento y ejecución de numerosas “actividades especiales de Inteligencia”, desde operativos clandestinos, interrogatorios y detenciones a opositores políticos, y describe su participación en los siguientes términos: “Durante los años 1976, 1977 y 1978 operé en toda la jurisdicción del Destacamento; en breve síntesis puedo decir que intervine en el asesoramiento, el planeamiento y la ejecución de numerosas actividades especiales de Inteligencia y de algunos otros procedimientos que contribuyeron para que al término de dos años y medio se descabezara en cinco oportunidades la conducción regional de Montoneros, aniquilándolos en Resistencia, Goya, Posadas y Formosa.”

Siempre según su propio relato, al poco tiempo de llegar a Resistencia en 1975, Tozzo percibe “la rivalidad entre policía y grupos peronistas de izquierda” y decide actuar para explotar esa situación “beneficio de la fuerza. Decide entonces “retomar la ofensiva en las calles” y “ganar la policía para el Ejército”, para lo cual cuenta con la ayuda de “algunos colaboradores civiles que mantenían estrecho contacto con la Unidad. Tozzo cuenta que comenzó a operar de manera clandestina en connivencia con la policía del Chaco (cabe aclarar que está probado judicialmente que fue la “patota” de torturadores de la Brigada de Investigaciones liderada por Carlos Thomas la encargada de la represión por motivos políticos). “(…) Lo primero que hice fue despojarme de las atribuciones de mi grado cuando operaba con ellos, viajaba en la caja de las camionetas, en la cabina iban oficiales y agentes de policía, me encargaba del manejo de los presos, compartía sus comidas, lugares de alojamiento, que en el interior de la provincia no son precisamente cómodos e intervenía directamente en los interrogatorios”.

 En otro pasaje del escrito Tozzo alega haber tenido un papel protagónico en la represión posterior al golpe de Estado: “Participé activamente en la confección de las listas de personas a detener el 24 de marzo de 1976 e intervine en la ejecución de dicha orden, como así también en los interrogatorios posteriores”. Luego Tozzo manifiesta de manera explícita su adhesión a la represión; “voluntariamente inicié una doble tarea, sin mediar orden superior, lo que evidencia el grado de compenetración que tenía con la filosofía y los ideales de la fuerza (…) Con respecto a la represión del peronismo la hice a todas sus tendencias, la izquierda, la ortodoxa, la de las mesas de trabajo y la de transvasamiento generacional. Esto se puede comprobar consultado la documentación que obra en la Unidad”. Hacia el final refiere que era tal la confianza que le tenían sus superiores que no necesitaba pedir audiencia para ser recibido. En una oportunidad llegó a exponer personalmente “una situación” a los generales Díaz Bessone y Nicolaides: “Alrededor de las 22. 30 horas, asesorándolos para que luego se tomara una resolución que comprometiera a la Fuerza y al Gobierno PRN, siendo posteriormente uno de sus ejecutores”.

 Informe: Prensa Comisión Provincial por la Memoria Chaco

miércoles, 6 de marzo de 2013

Masacre Margarita Belén : "no estaban para fugas"

Norberto Tozzo ampliará su declaración indagatoria el próximo viernes
Este martes declararon los exdetenidos Carlos Aranda y Carlos Aguirre, y el guardiacárcel retirado Juan Ramón Rodríguez Valiente, cuya participación en la entrega de los detenidos de Alcaidía que fueron fusilados será objeto de investigación.

El próximo viernes la audiencia comenzará a las 7:14 de la mañana con las palabras del único imputado de la causa, luego se escuchará el testimonio de una exdetenida política y el de un exintegrante del Destacamento de Inteligencia 124.

La causa judicial por las cuatro desapariciones forzadas en la Masacre de Margarita Belén que se imputan al capitán de Inteligencia de Ejército Norberto Raúl Tozzo cumplió su cuarto día de audiencia en una jornada -en la que hubo declaraciones testimoniales y la noticia de un próximo testigo- con la declaración de los exdetenidos políticos Carlos Aranda y Carlos Aguirre, con más detalles de la nula posibilidad de fuga o rescate durante los traslados de presos políticos, el testimonio del guardiacárcel Juan Ramón Rodríguez Valiente -que ingresó a la sala como testigo y la abandonó como posible imputado- requerido por la Fiscalía para la investigación de su responsabilidad durante la noche del 12 y la madrugada del 13 de diciembre, y por último la noticia de un nuevo testigo incorporado a la causa. Se trata del abogado Ermindo Navarro, integrante del área administrativa del Destacamento de Inteligencia 124, con sede en Resistencia, entre 1975 y 1976.

En septiembre de 2008 Navarro declaró ante el juez Federal de Posadas Ramón Chavez que tanto Carnero Sabol (condenado en la causa Masacre de MB I) como Tozzo “participaban en grupos de tareas, junto con personal de otras instituciones”, por lo que el fiscal Carlos Amad solicitó se citara a Navarro a declarar este viernes. Otro dato de interés de la declaración de Navarro es que señala la dependencia jurisdiccional de Posadas respecto del D124, otro indicio que viene a avalar la versión del secuestro del desparecido Fernando Piérola en Posadas, en un operativo liderado por Tozzo. La causa pasó a cuarto intermedio hasta el viernes 8 de marzo. La audiencia comenzará a las 7:15 de la mañana y se espera los testimonios de la exdetenida política y compañera de Piérola María Julia Morresi y del abogado Ermindo Navarro. Además, Tozzo realizará una ampliación de su declaración del pasado 1º de marzo.

Testigo 'complicado'.

 Un día antes, los “palos” fueron para el guardiacárcel Pablo Casco (procesado por falso testimonio) por su desempeño el 12 diciembre en la cárcel U7, y desde la desde la Fiscalía se solicitó la correspondiente investigación. Esta vez el relato de los hechos giró en torno a lo ocurrido en la Alcaidía, sede de la fenomenal golpiza con la que se inició la Masacre de Margarita Belén por lo cual el complicado fue el guardiacárcel Juan Ramón Rodríguez Valiente, que ingresó a la sala del TOF como testigo y la abandonó como posible imputado luego de que el Tribunal decidiera dar por concluido su testimonio para evitar la autoincriminación del declarante.
Rodríguez Valiente cumplió funciones como “oficial sub-ayudante encargado de la oficina de mayoría” en la Alcaidía desde 1974 hasta 1979. La noche del 12 de diciembre fue el encargado de los trámites administrativos para la entrega de los detenidos políticos que fueron trasladados por  convoy militar y fusilados en la madrugada del 13. A diferencia de su anterior testimonio en la causa por la Masacre I, esta vez Rodríguez Valiente no supo o no pudo responder con precisión las preguntas de la Fiscalía y de las querellas, y se lo notó nervioso ante la insistencia de la parte acusadora, en la que el fiscal Amad llevaba la voz cantante.

"No sabe, no contesta".

Dijo no tener conocimiento de torturas en el comedor de la Alcaidía (en ese momento estaba durmiendo), contestó con evasivas cuando se le preguntó por los fusilamientos del día 13 y recalcó que su participación se acotó a la tramitación de los documentos de traslado. Reconoció que lo normal eran los traslados efectuados por personal del Servicio Penitenciario en horas de la siesta los días hábiles, y manifestó que no le constan ni motines ni intentos de fuga.

Rodríguez Valiente tiene un hermano, José Francisco, oficial sumariante de la Brigada de Investigaciones, que fue condenado en la Causa Caballero por crímenes gravísimos a detenidos políticos.

A medida que se avanzaba en el cuestionario se hacía evidente que el testigo corría serio riesgo de autoincriminarse, y ante lo peliagudo de su situación el Tribunal decidió dar por terminado su testimonio y corrió vista a la Fiscalía de instrucción para que se dilucidara su responsabilidad. El abogado Mario Bosch aclaró que desde la querella se pidió que Valiente fuera “requerido” en 2002, poco después de la reapertura de la causa “junto con 48 otras más personas, entre las que hay sectores de la justicia y de la sociedad civil por las responsabilidades que podrían haber tenido durante la última dictadura militar”.

Testigos exdetenidos.

Con la tranquilidad de la experiencia producto de haber testimoniado infinidad de veces a lo largo de todos estos años los exdetenidos políticos Carlos Aranda y Carlos Aguirre confirmaron, cada uno por separado, lo escuchado en días anteriores: la noche del 12 de diciembre un grupo de presos fueron concentrados en el comedor de la Alcaidía para ser salvajemente torturados. Ni desde adentro ni desde afuera era viable la organización de una fuga o rescate. También refirieron haber visto a varios compañeros de militancia que permanecen desaparecidos y se presume pueden haber sido ultimados en la Masacre de MB.Carlos Aguirre vio a la desaparecida Delicia González, a Emma Beatriz Cabral, a Fernando Piérola y Carlos Zamudio en la Brigada de Investigaciones. Con los dos últimos fue trasladado a la Alcaidía el 4 de diciembre.

En la Jefatura de Policía Carlos Aranda fue “careado” por sus torturadores con Raúl María Cairé y Zapata Soñez, a quienes negó conocer, lo que motivó más torturas. También se cruzó con Enrique Tereszecuk, muy lastimado después de haber sido torturado con la mayor crueldad. Aranda ayudó a higienizarse a Tereszecuk, que no podía valerse por sus propios medios.

El 13 de diciembre en la Alcaidía.

El 23 de noviembre fue trasladado a la Alcaidía: “La noche del 12 nos dijeron que nos pongamos de cara contra la pared de los calabozos y que no nos moviéramos. En el silencio se podía escuchar un golpeteo grave, el taconeo de las botas de muchos milicos ingresando a la cárcel” recordó. Aranda dijo que poco después comenzaron a escuchar los gritos y los golpes in crescendo: “A más de un compañero lo mataron a golpes esa noche” sostuvo.

“El miedo se podía tocar” graficó Aguirre, cuya celda, la número 2, estaba pocos metros del comedor donde tuvo lugar la paliza, que calcula duró varias horas. En un momento vio cómo Fernando Piérola era llevado en andas porque los tobillos lacerados le impedían caminar. Al otro día los presos comunes le contaron que habían visto cuerpos inertes siendo cargados a la caja de un camión.

“No estaban para fugas” respondió cuando se lo consultó al respecto; en primer lugar por el estado físico de los detenidos, “pero además, porque era imposible para Montoneros realizar cualquier acción  de este tipo porque no había logística y la organización había sido infiltrada a fines del 75 y en abril y noviembre del 76 la conducción de la regional había sido descabezada” contó.

Así finalizó la cuarta jornada del segundo juicio oral por la Masacre de Margarita Belén. La causa entró en receso hasta el viernes 8, fecha en la que reanudará actividad con dos testimoniales y la ampliación declaratoria del único imputado Norberto Tozzo